Título original: El verdugo
Año:1963
Duración: 87 min.
País: España, Italia
Director: Luis García Berlanga
Guión: Luis García Berlanga y Rafael Azcona, con la colaboración de Ennio Flaiano.
Montaje: Alfonso Santacana.
Música: Miguel Asins Arbó y Adolfo Waitzman (twist “El verdugo”).
Fotografía: Tonino Delli Colli (B&W)
Diálogos para la versión italiana: Ennio Flaiano
Productor ejecutivo: Nazario Belmar.
Jefe de producción: José Manuel M. Herrero.
Productoras: Naga Films S.A. (Madrid) – Zebra Films S.p.A. (Roma).
Ayudante de dirección: Ricardo Muñoz Suay. 2º ayudante de dirección: Félix Fernández. Continuidad: Conchita Hidalgo. Segundo operador: Miguel Agudo. Ayudante de cámara: Ramón Sempere. Foto-fija: Alejandro Diges. Ayudantes de producción: Francisco Escobar y Ramón Baillo. Regidor: Luis Cuevas. Maquillaje: Francisco Puyol. Peluquería: María Teresa Gamborino. Ayudante de maquillaje: José Luis Campos. Ambientación: Luis Argüello. Ingeniero de sonido: Felipe Fernández. Ayudante de montaje: Alicia Castillo. Ayudante de decoración: José María de la Guerra. Auxiliar de cámara: José Cobos. Auxiliar de montaje: Pilar Bernardo. Sastra: Maruja Hernaiz. Encargado del atrezzo: Manuel Frías. Mobiliario y atrezzo: Mateos-Luna-Mengíbar. Vestuario: Humberto Cornejo. Constructor decorados: Juan García. Estudios: C.E.A. (Madrid). Sonorización: Exa, S.A. Sistema de sonido: Westrex Recording. Material eléctrico: Mole Richardson (España). Laboratorios: Madrid Film, S.A. (Madrid).
PROTAGONISTAS: Nino Manfredi (José Luis), Emma Penella (Carmen), José Isbert (Amadeo), José Luis López Vázquez (Antonio), Ángel Álvarez (Álvarez), Guido Alberti (director de la prisión), María Luisa Ponte (Estefanía), Julia Caba Alba (señora de la obra 1ª), María Isbert (Ignacia), Erasmo Pascual (funcionario), Xan das Bolas (guarda de la obra), José Orjas (señor marqués), José María Prada (guardián cocina), Félix Fernández (sacristán), Antonio Ferrandis (jefe de servicios), Lola Gaos (señora de la obra 2ª), Santiago Ontañón (académico Corcuera), Alfredo Landa (sacristán), José Sazatornil “Saza” (administrador), Agustín González (hombre 1º riña), Goyo Lebrero (hombre 2º riña), Sergio Mendizábal (hombre elegante), Chus Lampreave (señora de la obra 3ª), José Luis Coll (organista), Manuel Alexandre (condenado), Pedro Beltrán (guarda malhumorado), Valentín Tornos (dependiente de la Feria del Libro), Elena Santonja (joven en la Feria del Libro), Emilio Laguna (agente de aduanas), Vicente Llosá, José Cordero, Rafael Hernández, Dolores García, Magdalena Mora, Enrique Pelayo, Enrique Tusquets, José Antón Rodríguez, Francisco Serrano, Pascual Costafreda, Agustín Zaragoza, Antonio A. Vidal, Lorenzo Nogueras, Emilio A. Ferrer, Magda Maldonado, Gonzalo Parra, Carmen Ripoll, Javier Escobar.
Género: Tragicomedia. Sátira. Comedia negra. Película de culto
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SINOPSIS: José Luis es un joven empleado en una funeraria que conoce, al hacer un servicio en una prisión, a un verdugo llamado Amadeo que está a punto de jubilarse. Al llevarle a su domicilio el maletín con el instrumental profesional que había olvidado, conoce también a su hija Carmen, con la que nadie ha querido casarse por no emparentar con el padre. La pareja congenia rápidamente y, tras ser sorprendido por el anciano en una situación comprometida con la hija, José Luis se ve obligado a casarse con ella.
Un patronato oficial le concede al viejo funcionario una vivienda donde poder residir junto al recién formado matrimonio, que además espera un hijo. Pero llegada la jubilación del titular, todos deberán abandonar la vivienda, salvo que el recién casado herede de su suegro el siniestro cargo, convirtiéndose también en verdugo. Aunque la idea le disgusta enormemente y cree no servir para tan macabro empleo, José Luis termina aceptando, convencido de que no tendrá que llevar a cabo ninguna ejecución, ya que la pena de muerte está en desuso. Sin embargo, un buen día llega una orden para que se desplace a Palma de Mallorca, donde debe ajusticiar a un reo. Confiando que en el último instante llegará el oportuno indulto y José Luis no tendrá que cumplir su cometido, la familia viaja a la isla, procurando disfrutar su estancia como si de unas vacaciones se tratase. Pero el indulto no llega y, tras ser requerido por la guardia civil, el joven verdugo debe ir a la cárcel, donde será prácticamente arrastrado hacia el patíbulo por los funcionarios junto al reo que debe morir.
Su angustia le lleva a hacer el ridículo delante de todas las personas que asisten al fatal momento. De regreso al lado de su familia se da cuenta que por lo menos tiene la paga y que ha dado ya el primer paso.
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LA PELÍCULA: El verdugo es una película española e italiana tragicómica y de comedia negra de 1963 dirigida por Luis García Berlanga. Fue rodada en blanco y negro, y actualmente es considerada un clásico del cine español. Obtuvo diversos galardones cinematográficos dentro y fuera de España.
Junto a Bienvenido, Mister Marshall y Plácido, El verdugo es una de las mejores películas de Berlanga y para muchos, una de las mejores películas del cine español. Es en parte un alegato contra la pena de muerte y en parte una recreación irónica de las contradicciones de la España franquista, realizada en plena era del régimen. Destacan en la película las actuaciones de José Isbert en su papel de verdugo, Nino Manfredi y Emma Penella.
Berlanga retrata en este filme a una sociedad, la franquista, a partir de unos pocos personajes. Su reparto es significativamente más corto que en obras anteriores como Plácido (1961) o Bienvenido Mr. Marshall (1952), pero aquí se les dedica una profundidad enorme, así el personaje de Carmen (recordemos, interpretado por la actriz Emma Penella) encarna el ideal franquista de la mujer española. Una mujer cuya meta era casarse, ser esposa y madre, y contener las pasiones del marido. Así, Carmen es la voz de la conciencia social de José Luis. Ante todos los intentos de escapar del marido allí estaba Carmen recordándole la necesidad de vivienda para su hijo, la ancianidad de su padre o las calamidades que les podrían pasar si abandonaba el trabajo.
Los personajes están envueltos por un humor ácido y corrosivo, que muchas veces se ha denominado “negro”, aunque a Berlanga no le gustaba esa expresión: “humor negro”.
Dibuja así García-Berlanga el abominable clima de claudicaciones humanas que ocurrían ante la triste necesidad de vivir. Cualquier hombre, si quería vivir, debía claudicar ante el juego de los convencionalismos, había de masificarse, perder su personalidad, aceptar la sangre con indiferencia, como lo hacía Pepe Isbert en su interpretación. Berlanga ilustraba así toda su carga idealista y pesimista de la sociedad franquista: no era posible ser libre y digno en una sociedad que, de uno u otro modo, forzaba a un hombre a ser verdugo. El tema principal de la película no es la pena de muerte, sino más bien el de la imposible libertad del hombre, la libertad coaccionada, la imposibilidad de elegir.
La cinta está repleta de retratos de una época. Así, la escena en la que José Luis va a devolver el ominoso maletín a Amadeo y éste le invita a un “cafelito”, que casi le sienta mal al ver como el anciano desempaca los hierros utilizados para la ejecución, acompañada de un diálogo no menos atractivo en el que Amadeo diserta sobre las diferentes formas de ajusticiamiento en el que José Luis dice una frase que resume el carácter del personaje, y de tantísimos individuos de la época: “Yo creo que la gente debería de morir en su cama ¿No?” A la que Amadeo responde: “Naturalmente, pero si existe la pena de muerte alguien tendrá que aplicarla.” Lapidaria. La frase de un hombre que ha aceptado las reglas del juego y se ha sometido a ellas, con el fin de poder vivir, simplemente, en una sociedad que le obliga a ser sumiso. Toda una metáfora de la sociedad en la que vivía y de un fenómeno que los historiadores han denominado franquismo sociológico, en la medida que el término puede definir aquellas acciones y actitudes sociopolíticas, regularidades del comportamiento personal y colectivo e inercias de pasividad o indecisión fomentadas por cuarenta años de dictadura.
El verdugo es en buena medida una tragedia, la de un sujeto incapaz de decir que no, que bordea lo irrisorio ya que se encuentra atrapado por las circunstancias de la vida hasta verse abocado a un destino contrario a su inestable voluntad. Pero ese destino no es un ente metafísico o desconocido, al contrario, el destino es lo bien conocido, lo cotidiano, lo reconocible. De ahí que surja la necesidad del humor. José Luis es un superviviente, perplejo y atrapado. Incapaz de tomar una decisión tajante. Todo esto lo convierte en un sujeto propicio para recrear el humor agridulce, corrosivo y lúcido. Sin ocultar la tragedia del protagonista, Berlanga se aproxima a las pequeñas cosas y circunstancias que rodean la tragedia para producir situaciones embarazosas, que muchas veces derivan en grotescas.
Luis García-Berlanga realizó un cine que ya había recibido la denominación de neorrealismo, inspirado en los clásicos italianos de este estilo: Stromboli (1950), Germania anno zero (1948) de Roberto Rosellini o La Strada (1954) de Federico Fellini. El cineasta valenciano quería retratar la sociedad de su época para realizar una dura y ácida crítica. Enclavado en el peor régimen que puede verse envuelto cualquier intelectual o creador, una dictadura que determinaba los espacios de los individuos, supo encontrar los resquicios para salvar la censura (en la cinta de El verdugo sólo se suprimieron las alusiones a la migración hacia Alemania y los sonidos de los hierros del garrote al sacarlos Pepe Isbert del maletín) y realizar una corrosiva crítica a toda una sociedad.
Pese al malestar que suscitó El verdugo en el corazón del régimen franquista, la película se estrenó el 17 de febrero de 1964 en un puñado de cines madrileños, con los pequeños cortes anteriormente mencionados. Recibió varios premios como el FIPRESCI (Asociación de Críticos y Periodistas de Cine) en el Festival de Venecia del año 1963, y fue nominada al León de Oro a la mejor película en el mismo festival; el premio de la crítica soviética en el Festival de Moscú de 1963; el premio a la mejor actriz (Emma Penella) en el Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo en el mismo año; el de mejor película en el Festival de Sant Jordi; el de mejor argumento y guion original del Círculo de Escritores Cinematográficos y el Premio del Humor Negro de la Academia de Humor Francesa, estos tres últimos en 1964. Hoy en día es considerada una de las mejores obras del cine español.
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PREMIOS: La película obtuvo diversos galardones en su momento: el premio de FIPRESCI en el Festival Internacional de Cine de Venecia, el premio de la crítica soviética en el Festival de Moscú, el Premio San Jorge a la mejor película española, el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor argumento original y el Premio del Humor Negro de la Academia de Humor francesa. Además, el Sindicato Nacional del Espectáculo distinguió a Emma Penella como mejor actriz.
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LUIS GARCÍA BERLANGA MARTÍ: (Valencia,12 de junio de 1921 - Madrid 13 de noviembre de 2010) Cineasta español que figura entre los grandes realizadores españoles que iniciaron su trayectoria bajo el franquismo. Estudió en Valencia y en Suiza y, después de participar en la guerra civil española y en la Segunda Guerra Mundial, se matriculó en el Instituto Español de Cine (IIEC). En 1951 escribió el guión y dirigió, junto a Juan Antonio Bardem, el largometraje Esa pareja feliz.
Ese mismo año volvieron a colaborar en el guión de ¡Bienvenido, Mr. Marshall!, dirigida por Berlanga, que fue exhibida con gran éxito en el Festival de Cannes; la buena acogida de esta película contribuyó a elevar el prestigio del cine español. Liberal e individualista, Berlanga continuó la búsqueda de una línea personal de expresión, a pesar del acoso de la censura. En 1961 su película Plácido fue candidata al Oscar. En el Festival de Cine de Valladolid de 1977 causó un gran impacto con Tamaño natural, un filme cargado de simbolismo sexual y con grandes dosis de erotismo. En la trilogía que se inicia con La escopeta nacional (1978) y culmina con Nacional III (1982) presentó una imagen esperpéntica de la España de la época de la transición. Todos a la cárcel (1994) fue galardonada con varios premios Goya. Su miniserie para televisión Blasco Ibáñez (1997) puso en evidencia la solvencia de Berlanga en nuevos registros dramáticos. En 1999 dirigió París Tombuctú y anunció que se retiraba definitivamente del cine.
Procedente de una familia de la burguesía valenciana, Luis García Berlanga estudió filosofía en la Universidad de Valencia, y en su primera juventud fue voluntario de la División Azul y llegó a componer una Oda a la pistola, pero su filosofía de la vida y su posición política variaron después radicalmente, sobre todo a partir de su matriculación en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid, en el que ingresó en 1947 y en el que se graduó como director de cine.
En 1951 formó pareja con José Antonio Bardem para escribir y dirigir su primera película, Esa pareja feliz. Bardem dirigió a los actores, mientras que Berlanga se ocupó de la parte técnica. La película permanece como un hecho fundamental de la cinematografía española y como arranque, según algunos historiadores, del cine español moderno. Del mismo modo que muchas de sus obras, Esa pareja feliz es una historia de perdedores, de personajes que, según el cineasta, “parten de una situación social, moral o biológica determinada y acaban en la misma situación o en otra peor, a pesar de haber tenido la posibilidad de mejorar en el camino, sea por aportes mágicos o por su propio esfuerzo. En mis películas hay siempre una miserabilización final del personaje”.
En Esa pareja feliz se revelaban ya diversas influencias que marcaron, sobre todo, la primera etapa de su carrera: el neorrealismo italiano, el sainete de Carlos Arniches o el cine de Frank Capra y René Clair. La película fue mal clasificada por la Administración y sólo el éxito de su siguiente obra permitió su normal distribución dos años después, aunque ambos directores se alzaron con el Premio Jimeno al mejor director novel del Círculo de Escritores Cinematográficos. Fue el primer título de una carrera que abarcaría diecisiete largometrajes. Su desahogada situación económica y, fundamentalmente, sus problemas con la censura, explican lo exiguo de una filmografía decisiva en la historia del cine español.
Junto a Bardem y Miguel Mihura escribió el guión de su segundo largometraje, ¡Bienvenido, Mr. Marshall! (1953), una sátira del Plan Marshall, el plan de ayuda de EE.UU. a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, al mismo tiempo que una radiografía cómica de la España rural. En ella están ya presentes las características más habituales de su quehacer tras las cámaras, y en concreto esa peculiar mezcla de tradición y modernidad que le sirve como base en la que vierte sus reflexiones sociológicas o políticas sobre el presente. Como tradición, cabe apuntar su querencia por actores y actrices de género y la evidente influencia del sainete, la zarzuela o la comedia de costumbres en la composición de tipos y situaciones. Por otra parte, la modernidad emerge a rebufo de la actitud regeneracionista que subyace en toda su obra y de su apego a ciertos aspectos del neorrealismo de corte italiano tan de moda en la época. Berlanga, Bardem y Miguel Mihura recibieron el premio del Círculo de Escritores Cinematográficos al mejor guión original.
Benito Perojo fue el productor de Novio a la vista (1953), basada en una historia de Edgar Neville ambientada en 1914 y protagonizada por adolescentes, una película sobre “la dificultad de empezar a vivir” y una ilustración sobre el papel de la mujer en el engranaje social. En Calabuch (1956), una nueva comedia rural narrada en tono de fábula, Berlanga exhibe una ternura y un romanticismo que persiste, aunque con menor fuerza, en el resto de su carrera, donde “una especie de lucidez cínica se impone a mi componente romántico”; el filme mereció la nominación al León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia (Italia). En Los jueves, milagro (1957), denuncia de la explotación comercial de las apariciones y los milagros, la censura religiosa introdujo modificaciones en el guión e impuso un nuevo final, rodado por Jorge Grau ante la negativa de Berlanga, que repudió la película.
A partir del mediometraje Se vende un tranvía (1959), codirigido por Juan Estelrich, Luis García Berlanga inició una etapa de colaboración con el guionista Rafael Azcona, que se prolongaría en el resto de sus películas. Esta alianza se concretó en un mayor rigor en la construcción de las historias, en un fortalecimiento de la amargura, la miserabilización de las situaciones y el uso del humor negro y, paralelamente, en un aumento de la entrañabilidad hacia los personajes.
Plácido (1961), desenmascaramiento de las prácticas de caridad organizada, se revela como una de sus películas clave en cuanto se convierte en síntesis ejemplar de los rasgos que distinguen su cine: el sentido tragicómico de la existencia, la imposibilidad de ser feliz en un entorno mezquino, una profunda desconfianza hacia el poder, el desamparo y la incomunicación que asolan al individuo en una sociedad hostil, una cierta ambigüedad que, para el director “quizá sea el concepto que mejor explique mi vida y mi cine”, el carácter coral de la historia, el cariño en el tratamiento de los personajes secundarios o la masiva presencia del plano-secuencia como método narrativo.
En 1962 Berlanga realizó La muerte y el leñador, uno de los episodios de la coproducción internacional Las cuatro verdades, basado en una fábula de La Fontaine, que provocó un gran escándalo al ser acusado de atacar a España. El recurso al pesimismo, el esperpento y el humor negro alcanzó su máxima eficacia en El verdugo (1963), otro de sus trabajos básicos, feroz alegato contra la pena de muerte y ácida estampa de la España de la época. Sufrió varios cortes impuestos por la censura y su presentación en el Festival de Cine de Venecia (donde su director fue nominado al León de Oro por segunda vez) motivó la protesta del gobierno del general Franco mediante el embajador de España en Italia, Alfredo Sánchez Bella, que la denunció como una maniobra política contra el régimen.
Tras el estreno de esta última película, García Berlanga inició una etapa de quince años en la que sólo realizó tres películas: Las pirañas (1968), Vivan los novios (1970, segunda nominación a la Palma de Oro en Cannes) y Tamaño natural (1973). Berlanga continuó indagando en algunos de sus temas favoritos: la mujer, la pareja y la soledad. Con La escopeta nacional (1978), uno de sus mayores éxitos de taquilla, inició un ciclo de películas sobre el personaje del Marqués de Leguineche, interpretado por Luis Escobar, que completaría en Patrimonio nacional (1980) y Nacional III (1982).
En esa serie recuperó abiertamente su estilo esperpéntico, barroco y coral para ironizar sobre la clase política franquista y la aristocracia decadente y desconcertada después de la muerte de Franco. Berlanga procuró materializar en estos trabajos una vieja obsesión, la realización de un cine de clara vocación popular, ese tipo de cine menospreciado por los cineastas de su generación a partir de las Conversaciones de Salamanca de 1955, a las que Berlanga consideró, pese a su participación, un error histórico del cine español. De los tres filmes que componen esta trilogía fue sin duda el primero el que alcanzó un mayor reconocimiento de público y crítica, si bien Patrimonio Nacional le valió su cuarta nominación a la Palma de Oro en Cannes.
En La vaquilla (1985) rescató un guión de la década de 1950 para ofrecer una visión distanciada y cómica de la Guerra Civil. El caluroso recibimiento popular de La vaquilla no se repitió con Moros y cristianos (1988), una parodia de los asesores de imagen, aunque fue mejor recompensada: un Goya a la mejor actriz de reparto para Verónica Forqué, además de otras tres nominaciones, entre ellas la de mejor guión (Azcona y Berlanga). En 1992 comenzó a preparar una serie de televisión sobre el escritor Vicente Blasco Ibáñez, que no obstante no vio la luz hasta 1997. El año siguiente estrenaba Todos a la cárcel (1998), cuya trama está emparentada en cierta manera con la de Moros y cristianos, ya que constituye una superación, una renovación y una puesta al día de algunos de los temas tratados en la trilogía de La escopeta nacional: la hipocresía y la corrupción del poder y sus advenedizos, en una clara relación con los escándalos de ese tipo que vivía entonces el país, ya en plena democracia.
Con una labor creativa ya más relajada, sin duda por la edad, sus dos últimos trabajos fueron el largometraje París Tombuctú (1999) y el rodaje del cortometraje de once minutos El sueño de la maestra (2002), que recrea una de las secuencias que la censura rechazó de su ¡Bienvenido, Mr. Marshall! por considerarla exageradamente erótica, y que finalmente desapareció: el sueño que la señorita Eloísa, maestra del pueblo (interpretada en 1953 por Elvira Quintillá y ahora por Luisa Martín), tiene la misma noche en que sueñan Don Pablo, el alcalde (Pepe Isbert), Don Cosme, el cura (Luis Pérez de León) y Don Luis, el caballero (Alberto Romea), ante la inminente llegada de los americanos.
Paralelamente a su trabajo como director de cine, Luis García Berlanga desarrolló diversas actividades: profesor de Dirección y Montaje (1959-1970) en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC), presidente de la Filmoteca Española (1979-1982), editor de la colección de literatura erótica “La sonrisa vertical” y presidente de honor de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España desde su ingreso en 1986. Entre los premios recibidos a lo largo de su carrera destacan el Nacional de Cinematografía (1981), la Medalla de Oro de Bellas Artes (1982), el Príncipe de Asturias de las Artes (1986) y un Goya honorífico (1987).
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Referencias:
https://www.wikiwand.com/es/El_verdugo
http://www.berlangafilmmuseum.com/filmografia/el-verdugo/
http://anatomiadelahistoria.com/2015/02/la-critica-al-franquismo-por-medio-del-cine-el-verdugo/
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/berlanga.htm